Antes de volverse un árbol

Hace días las manos la piel
se me ponen blancas de fríos enterrados por la sorpresa.
Es natural sentir metro a metro la tierra desapareciendo mi cuerpo
dejándome a la merced de los magmas donde se muda el fuego,
de los reinos de piedras enrojecidas que andan dispersos por las múltiples opciones
de la moda eterna.
Alguna vez cambiarán de ropa las montañas.
Cuando la palabra eternidad sea derribada
Con una piedra dirigida por el viento;
ahora que mis piernas son una tierna raíz, nuevas venas nacen como flores en la naturaleza:
esa puerta llamada muerte se tiñe de colores intensos: florece como los muros en las madrugadas por los cuales ahora paso
bebiendo de su rocío.

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